lunes, 26 de octubre de 2009

Primer Encuentro Nacional de Relaciones Laborales

Difundimos el siguiente encuentro de profesionales del ámbito de las Relaciones Laborales en la Universidad de La Matanza. Seguramente será de gran aporte para la disciplina.
El equipo de lasrelacioneslaborales.blogspot.com


La propuesta de reunirnos el próximo 11 de noviembre pretende ser un punto de partida para consolidar la actividad que profesamos, desde distintas perspectivas pero con una preocupación común: las relaciones de todos los hombres y mujeres vinculados por el trabajo.
La participación y el compromiso con nuestra profesión necesitan manifestarse en aquellos aspectos de nuestro quehacer que influyen decididamente, tanto en los individuos como en la sociedad en general. Es una responsabilidad a asumir y este encuentro puede ser el primer paso, al que seguirán otros, sumándose hacia la misma direción. Por este motivo es que invitamos a todos, eludiendo la pluralidad de nombres que pueden llegar a confundir a nosotros mismos y también a quienes requieren de nuestros servicios profesionales.
De esto se trata nuestra invitación. Los esperamos para reflexionar y elaborar conclusiones, siempre provisorias en tanto nos encontramos en medio de un proceso que implica la construcción de nuestra identidad.
Jorge B. Mosqueira
Presidente del Encuentro

martes, 13 de octubre de 2009

Marginados en la marginación

En el actual contexto de crisis mundial, resuenan en nuestros oídos indicadores preocupantes. Uno de ellos, es el nivel de desocupación. Se estima que, para el año 2009, el índice de desocupación en Argentina ascenderá al 11 % y, para los próximos años, el panorama no es demasiado alentador. Dichas cifras nos atemorizan y perturban. Sin embargo, hay algunos sectores de la población que padecen esta dificultad no solamente en los momentos de debacles económicas, sino en forma continua. Uno de los grupos históricamente relegados en las sociedades y, por lo tanto, en los ambientes laborales, es el que constituyen las personas con discapacidad.
La Encuesta Nacional de Personas con Discapacidad, realizada en el período 2002-2003 por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, tuvo por objetivo relevar información sobre el desenvolvimiento de las personas con capacidades diferentes en la vida cotidiana. Dicho estudio reveló que 7,1 % de la población total de Argentina (2.176.123 personas) padece algún tipo de discapacidad. El 41 % de esta población la conforman personas en edad laboral (de 15 a 64 años). El informe evidencia que solo el 25 % de la misma tiene empleo, de los cuales el 42,5 % trabaja por cuenta propia y únicamente el 47,5 % se desempeña como obrero o empleado. ¿Cuál es el motivo que conduce a que las organizaciones se resistan a emplear personas con capacidades diferentes? ¿Por qué los discapacitados no tienen igualdad de oportunidades para acceder, conservar y progresar en un empleo? Dichos interrogantes pueden tener múltiples respuestas: desde falta de planes de educación/formación para poder competir en el mercado laboral y deficientes políticas gubernamentales de promoción de empleo hasta barreras arquitectónicas y falta de tecnología adaptada en materia de comunicaciones. Sin embargo, todas estas respuestas están teñidas de una realidad que las determina y fundamenta: los prejuicios y el miedo a lo diferente.
En diciembre de 2004 el Banco Mundial definió a la discapacidad como “el resultado de la interacción entre personas con diferentes niveles de funcionamiento y un entorno que no considera estas diferencias. En otras palabras, personas con limitaciones físicas, sensoriales o mentales son a menudo discapacitadas no por una condición de diagnóstico sino porque se les restringe el acceso a la educación, los mercados laborales y los servicios públicos. Esta exclusión conduce a la pobreza y, como en un círculo vicioso, la pobreza conduce a más discapacidad, porque aumenta la vulnerabilidad de las personas a la desnutrición, la vivienda digna y las condiciones de trabajo.” El trabajo, además de ser un medio de expresión de las habilidades de las personas, es un vehículo para afirmar la identidad y encontrar un lugar de pertenencia en la sociedad. Es esencial, para que podamos construir una humanidad justa y equitativa, asumir nuestra responsabilidad individual en la aceptación de las diferencias y en el fomento de la inclusión de las personas con capacidades diferentes.
Mariana Urbancic, Licenciada en Relaciones del Trabajo de la Universidad de Buenos Aires.

Otra forma de trabajo: empleados disponibles las 24 horas

-¡Hola!, ¿cómo va?, ¿podés hablar?
-Bueno... estoy...
-Es un minuto.
-Ehm, sí, decime.
-Tenemos un problema con la partida que nos mandaste (...)
En ese diálogo, el sujeto que titubea está a más de 7.000 kilómetros de Madrid, tiene un mojito en una mano y dibuja círculos con el pie en la blanca arena del Cayo de Santa María, en Cuba. Para muchos, las ocho horas de jornada laboral se han convertido en un concepto brumoso, gracias al teléfono móvil que los mantiene conectados a la empresa, con diferentes niveles de intensidad, las 24 horas del día.
Enrique Ramírez, de 30 años e ingeniero en Telecomunicaciones, era el que estaba en Cuba en esa situación. En aquel momento, trabajaba para una empresa de telefonía y tenía que estar en contacto con fabricantes y operadores globales. "Te podían llamar de Corea o de otros países asiáticos a cualquier hora o durante el fin de semana si había un problema. Con los compañeros de oficina era diferente; tenía que ser algo grave. Además, dejaba un mensaje de despedida durante unos días en el correo. Pero los clientes no lo sabían, y había que contestar", explica. En la nueva empresa trabaja ocho horas o más y, cuando sale, puede recibir llamadas porque le dieron un celular. "Lo único que me estresa es que me llamen en ese tiempo de despertarme, ducharme y desayunar y que me anticipen lo que tengo que hacer. Por ahora, no es obligatorio tener un teléfono con el correo electrónico; eso ya sería responder a todo en tiempo real´, explica.
Algunas grandes empresas están empezando a valorar la idea de que parte de su plantilla envíe el trabajo desde su casa, o al menos, están fomentando una fórmula híbrida. El móvil o la Blackberry facilitarían esa opción.
El hecho de poder ser localizado todo el tiempo es un viejo conocido para algunos tipos de profesionales, como los médicos, los autónomos, los directivos de empresas o los periodistas. Pero aún asumiendo con naturalidad que se pueda recibir una llamada en cualquier momento, ¿son horas extra? ¿Cómo se paga esa disponibilidad? Jordi García, profesor de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Barcelona, explica que ese asunto se resuelve de manera informal. "Mientras no se den abusos, lo cual es muy subjetivo, esa informalidad puede ser conveniente, ya que todo depende del tipo de actividad que se desarrolle, del sentido común y de cada caso particular. Es habitual que el trabajador use el celular de la empresa para sus llamadas personales y, si no se pasa, ese es el pacto. Al empresario le conviene, le sale barato, porque a cambio tiene a alguien ahí siempre. Esta flexibilidad no tiene por qué ser negativa, se pueden pactar soluciones", dice.
Esa indefinición de cuándo empieza y acaba la jornada, la ruptura espacio-temporal tradicional, no sólo afecta al salario o al estrés. Lo perverso del asunto tiene que ver con el poder y con la posición del trabajador en la empresa. "Las empresas usan el móvil como una gratificación", aclara Javier Torres. Decir no a un teléfono es decir no a un montón de cosas más, como ascender o ser la persona de confianza de un jefe.
El aparatito también es capaz de activar otros miedos. En el fin de semana o en las vacaciones, cuando suena, interrumpe, pero, ¿y si no suena? En muchas cabezas se enciende un pensamiento angustioso: "¿Ya no cuentan conmigo? ¿No soy necesario para solucionar problemas?". En Adicciones Digitales, Juan Manuel Romero da charlas para aprender a gestionar bien el teléfono. "El uso del iPhone o la Blackberry no puede ser compulsivo. Esa adicción se llama crackberry y consiste en mirar más de 400 veces diarias la pantalla", explica.
Luis Perdices, decano de Económicas de la Complutense, no puede no tener teléfono; es el responsable último de la facultad. "En cualquier momento puede haber un problema o una situación excepcional, como un encierro de alumnos o un robo de madrugada. Lo tengo las 24 horas encendido. Lo miro de vez en cuando, y ya sé si ha pasado algo urgente dependiendo de quién llame y cuántas veces", cuenta. Parece fácil, ¿no?

Silvia Blanco De EL PAIS en LA NACION EMPLEOS 11/10/2009

lunes, 5 de octubre de 2009

Kraft: Dos Caras de Una Misma Moneda

Finalizaba Septiembre y los argentinos estábamos atravesando uno de los conflictos gremiales con más repercusión del año. La empresa norteamericana Kraft Foods, luego de despedir más de 150 trabajadores, se vio envuelta en una medida de Acción directa prolongada por parte de los desvinculados. El dialogo y los acuerdos entre la cúpula empresarial y los trabajadores no llegaba y días más tarde tuvimos que ser espectadores de la intervención policial, provocando un saldo de trabajadores heridos y detenidos.
Comenzó Octubre y el conflicto sigue sin resolver, aún con la participación del Ministro de Trabajo. Kraft continua atravesando una profunda crisis comunicacional siendo tapa de diarios y noticia principal en televisión y radio.
En este contexto la empresa decide lanzar el Programa Jóvenes Profesionales 2009 con una frase un tanto llamativa “Viví un desafío delicioso”. Como profesional de las Relaciones del Trabajo y habitante de esta tierra, dotado de sentido común y dispuesto a reflexionar, me pregunto: ¿Pueden convivir en un mismo contexto realidades tan diferentes? Siguiendo esta línea me pregunto: ¿Cual será la estrategia empresaria, si es que la hubo, para decidir lanzar una programa de está magnitud sabiendo todo lo que el mismo implica?.
Es históricamente comprensible que trabajadores y empresarios posean visiones diferentes respecto a una realidad. Algunos teóricos sostienen que las sociedades evolucionan a través del conflicto. Si bien el disenso entre estos dos actores es natural a las relaciones laborales, ¿cuan conveniente es profundizar más estas diferencias?. O sea, plantear en un contexto de crisis comunicacional donde se reciben agravios de todas partes, que trabajar en esta empresa se asemeja a la panacea. ¿No generará el efecto contrario al buscado?
Podemos estar de acuerdo o no con las verdades que nos proponen las parcialidades, pero seguramente todos coincidiremos que lo que está sucediendo en este conflicto no tiene nada de “delicioso”.

Ariel Vazquez, Licenciado en Relaciones del Trabajo, Universidad de Buenos Aires.

Las Emociones y Las Organizaciones

Hace poco leí una nota que contaba que el enojo era una de las emociones más frecuentes habitadas por las personas dentro del ámbito laboral. Esa fue la conclusión a la que arribo un congreso mundial de inteligencia emocional que se desarrollo semanas atrás en España. Según estudios allí presentados solo el 19 % de los empleados desarrolla con alegría su trabajo y el 53 % lo hace enojado, con enfado.
Alguna vez, probablemente, todos hemos escuchado quejas o nos hemos quejado en nuestro trabajo. Cuantas veces nos sucede que pedimos algo que genera enojo al otro. Nos dicen: ¿Lo necesitas ahora? ¿Qué querés? Dejando ver la mejor cara de enojo o bien intentando disimularla. Podemos haber sentido enojo hacía algún cliente interno o externo, un proveedor que no cumple. Nos sentimos enojados con un compañero cuando no comprende lo que le estamos explicando. Cuando necesitamos alcanzar junto a otro algún objetivo y parece que no perseguimos el mismo. Se hace tarde para la entrega del algún proyecto y sentimos que todo va más lento, desde la tecnología hasta las personas. Eso realmente nos enoja.
Puedo nombrar algunos sinónimos de enojo, algunas palabras que nos connotan lo mismo y nos trasladan al enojo: Irritados, molestos, enfurecidos, exaltados, indignados, sacados, disgustados, con furia y con rabia.
La palabra enojo es definida en el diccionario de la Real Academia Española cómo “un movimiento del ánimo que suscita ira contra alguien.” Estas últimas palabras nos permiten pensar que cuando nos sentimos enojados, estamos enojados con alguien. A veces este alguien se puede convertir en nosotros mismos. Alguna vez todos nos hemos enojado con nosotros mismos. Tal vez por sentirnos culpables de algo, porque algo no salio como lo esperábamos o lo planificamos.
Sea de la forma que sea, transitar el enojo, aunque suene una obviedad “es humano”. Pero que se convierta en un hábito el sentirnos enojados o bien un estado de animo muy frecuente, no nos hace nada bien, no puede ser sano para ninguna persona.
Me gustaría citar algunas palabras de David R. Caruso, Profesor de la Universidad de Yale, Psicólogo de directivos y autor del best seller “El directivo emocionalmente inteligente”. "Las emociones son inteligentes, vitales, para tomar buenas decisiones" "Cómo te sientes tiene mucho que ver con cómo ves el mundo"
Rafael Echeverría, autor chileno del libro “ Ontología del lenguaje” en esta misma línea también plantea que las emociones nos predisponen para la acción, afectan nuestro desempeño y contribuyen a definir lo que es posible y no para nosotros. Las emociones son contagiosas, se vinculan con el tiempo y el espacio. Y lo que es más importante conocer, es que todos tenemos un repertorio emocional que hemos aprendido.
El modo en que nos sentimos puede generar resultados, es a partir de nuestras emociones que nos relacionamos con los otros, es la imagen que dejamos en el otro de nosotros mismos, pero principalmente nuestras emociones son vehículo de todas nuestras acciones.
Hemos escuchado alguna vez la frase: Cuando me siento bien, parece que las cosas nos salieran bien. Hoy parece que el día esta contra mí, todo me sale mal. ¿Que hay de cierto en todo esto?
El enojo es la emoción que impera en el mundo laboral. Caruso plantea que “esta situación se podría corregir con líderes emocionalmente inteligentes, es decir, aquellos que se entienden a sí mismos, entienden a los demás y saben gestionar las emociones propias y ajenas, además de conocer las causas que las provocan. Así se produce una clara mejora en el trabajo en equipo en las organizaciones.” ¿Suena difícil y maravilloso a la vez no?
¿Nos podemos proponer cambiar nuestras emociones? La respuesta es que “es posible”. Pasar del enojo a la alegría, al positivismo por arte de magia no será nada fácil. Lo que si podemos intentar es probarnos. En aquellos momentos donde el enojo nos invade podemos movernos de lugar, salir a caminar, escuchar música, cambiar la postura corporal en la que nos encontremos, respirar profundo o cualquier cosa que parezca que nos hace bien.
Nuestras palabras, nuestro cuerpo, nuestra mirada, nuestros gestos y todo lo que hacemos casi sin tener conciencia de ello, genera contexto y tiene impacto sobre los otros y sobre el mundo en que vivimos.
Si logramos enojarnos menos con el otro y también con nosotros mismos vamos a dar paso a otras emociones que nos ayuden a crear realidades tal vez, impensadas.

Cecilia I. Semar, Lic. en Psicología, Universidad de Buenos Aires.

Emociones Inteligentes

Acaso porque cada vez se toma más conciencia de que las emociones son contagiosas y de que nos mueven a actuar muchas veces de manera impulsiva y equivocada. Y sobre todo porque, según los especialistas, se pueden aprender a manejar en beneficio propio y de otros, la inteligencia emocional (IE), concepto que popularizó Daniel Goleman en la última década, parece haber llegado a las organizaciones para quedarse.
Cada vez más demandadas a la par de los conocimientos duros, las habilidades emocionales y sociales son clave para los líderes que tienen que influir positivamente en sus equipos y alentar el desempeño, el compromiso y el buen clima.
Antes se ponía el foco sólo en los conocimientos técnicos y así surgían los conflictos con jefes que no sabían tratar a la gente. Hoy se valoran mucho más las competencias emocionales.
Las compañías empiezan a buscar personas más equilibradas y a valorar la IE, que trae de nuevo la necesidad de integrar la dimensión intelectual, emocional y social del ser humano.
Manejar el control
Ante el vértigo y el estrés de estos tiempos, dejarse llevar por los impulsos y estallar en reacciones perjudiciales o esconder lo que se siente puede ser nocivo. Pero con el manejo adecuado de las emociones se puede revertir.
Entendida como "la capacidad humana de sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los demás" la IE no implica ahogar las emociones, sino dirigirlas y equilibrarlas, precisa Abel Cortese, investigador y director del portal Inteligencia Emocional. El control de los impulsos requiere una actitud proactiva, un trabajo periódico.
Si se está sensible con respecto a alguien o a algo, se puede prepararse mentalmente imaginando la situación de estrés y dando respuestas que nos beneficien.
Es recomendable -además de cuidar el cuerpo- buscar el espacio y el tiempo para la toma de perspectiva, la reflexión y la búsqueda de soluciones. No actuar impulsivamente: al principio puede costar, pero en la medida en que se vaya ejercitando la cuestión, se va internalizando.
Se sugiere conectarse con las emociones y pensar qué actitud distinta se puede tomar para cambiar la situación. Al experimentar emociones fuertes, el poder reconocerlas y encauzarlas ayuda a ganar confianza y a reforzar las emociones positivas. En tren de estimular a los colaboradores, el equilibrio emocional del líder, se sabe, es vital.
Es importante destacar la importancia de los reconocimientos cordiales: La gente valora mucho más el salario emocional, que tiene que ver con el buen trato; con que el líder sea muy cuidadoso cuando critica y muy eufórico cuando elogia.
La compensación emocional, viene de la mano de la posibilidad de hacer un trabajo que entusiasme. Todo lo que tenga que ver con la vocación, con el reconocimiento interno y externo, refuerza la confianza para que una persona haga bien su trabajo.
Síntesis Nota La Nación 26.04.09